Para mí, uno de los mejores momentos como fotógrafo social es el de entregar el álbum de boda a los novios.
Al fin y al cabo se trata de los mejores recuerdos en las páginas de este álbum que enseñarán con tanto cariño a quienes compartieron un día tan especial con ellos.
En este caso, por cuestiones de distancia me será imposible hacerlo personalmente, pero estoy deseando que lo tengan entre sus manos.
Quien me ha visto trabajar, quien me conoce, sabe que me vuelco en cada cosa que hago en la vida. Cuido cada detalle al máximo, trato de que todo esté perfecto sólo porque me gusta corresponder esa confianza que han puesto en mí.
Así que esta parte de mi trabajo es tremendamente gratificante.
Hace ya varios años que empecé en este mundo y desde el primer día he tenido claro que el álbum de boda es una parte imprescindible de mis servicios como fotógrafo social. Por eso, la elección del laboratorio donde crear la culminación perfecta de mi trabajo no fue sencilla, pero sí fácil.
Muchas alternativas y muy buenas. Pero buscaba ese feeling. Ahí es donde encontré a Kitoli, que están pendientes de que todo salga perfecto. Llamadas, mensajes y un producto maravilloso. Y es cierto que había alternativas más económicas, pero en cuestiones importantes, yo no me la juego. Quiero a los mejores.