El gran debate
Y aquí viene uno de los puntos calientes. La tecnología ha permitido avances en la fotografía que han hecho modificar el concepto primigenio que hoy te hemos contado.
El antes
Cualquier persona relacionada con la fotografía de hace veinte o treinta años entenderá lo que digo. Ellos tenían 27 fotos en su carrete para realizar el reportaje. Eso tenía unas consecuencias. Pensabas mucho más la fotografía. Te tomabas tu tiempo para hacer un buen encuadre. Tenías en cuenta la luz y la composición antes de hacer click. Y es que, salvo que fueras un profesional, la fotografía tomada era lo que te ibas a encontrar después de pasar tu carrete por el cuarto oscuro de revelado. Por cierto, qué larga la espera para ver los resultados. Y seguro que alguna vez te ocurrió que habías pasado mal el carrete y de repente te encontrabas dos fotografías, sobreexpuestas una sobre otra. Eran otros tiempos, claro. No mejor ni peor, simplemente diferentes. Lo único cierto es que por aquel entonces la fotografía, casi siempre, estaba exenta de artificios de postproducción.
El ahora
Claro, que si hablamos de la fotografía de hoy, el concepto es radicalmente diferente. Las nuevas generaciones pueden disparar de forma recurrente hasta 800 fotografías en una tarjeta de memoria. Y no conforme con ello, programas de edición como los conocidos Photoshop, Lightroom, Camera Raw o Capture One permiten un sinfín de posibilidades que usar para potenciar o desvirtuar la realidad haciendo de la fotografía un arte digital y de la etimología de la fotografía una realidad cambiante.
Mi punto de vista
Yo he crecido entre las últimas hornadas de carretes, tiras de negativo y fotografía analógica. Y me ha tocado de lleno la explosión del digital. Aún recuerdo mi primera pequeña Sony que me acompañaba a los viajes con amigos. También la aparición de programas de revelado y retoque que me desbordaban por sus casi ilimitadas opciones. Pero el punto clave es ¿cuándo es fotografía y cuándo pasa a ser arte digital? Un debate con una delgada línea fácil de sobrepasar en uno u otro sentido.
Personalmente me encanta la fotografía analógica, tiene una magia que sólo los que la han probado entenderán. Pero reconozco que el digital es la opción más adecuada a estos tiempos. ¿Eso es algo malo? No, claro que no. Al menos es mi opinión. Tenemos la gran suerte de disponer de caminos infinitos para llevar a cabo cualquier acción que acerque la fotografía a nuestra forma de ver las cosas. Sólo hay que utilizarlo con sentido. Y ahí creo que está la clave. Entender el pasado para saber hacer en el presente.