EUGÈNE ATGET
Empieza noviembre y lo hace con un nuevo post de la Historia de la Fotografía. Reconozco que, debido a mi trabajo, cada vez me cuesta más mantener el ritmo de un post semanal, pero mientras pueda aguantaré el ritmo. Porque la verdad es que merece la pena. Siempre ando descubriendo cosas nuevas sobre la fotografía y en mi visita a París hubiera agradecido alguno de estos conocimiento para saborear más si cabe la ciudad. ¡Uy! Ya se me ha escapado dónde va a desarrollar su fotografía nuestro siguiente protagonista. Él es Eugène Atget y sin duda que si algún día visitas París quizás sus calles aún rezumen un poco de su Historia. Permíteme que hoy te cuente más sobre él.

Los orígenes de Eugène Atget
Su nombre completo era Jean Eugène Auguste Atget. Nacido en Francia en 1857 su carrera como fotógrafo le llegó tardía y no fue reconocido hasta después de su muerte.
Comenzó joven con estudios en arte dramático, pero no logra concluirlos. Debido a esto decide establecerse en París donde se iniciara como pintor, sin lograr tampoco repercusión alguna de su obra. Es entonces, con 33 años, cuando decide dedicarse a la fotografía, abriendo un pequeño estudio.
Sus primeros trabajos estaban enfocados en la fotografía de paisajes pintorescos que ofrecía a otros artistas. Además de ello, Atget se dedica a sacar retratos de personas en plena calle y empieza a crear lo que sería su obra más conocida: una colección de fotografías para sí mismo de la vida diaria de la ciudad a principios del siglo XX. Especialmente de aquellas zonas, oficios o modos de existir urbanos en desaparición
Monumentos, parques, vendedores, prostitutas o escaparates son algunos de sus temas más recurrentes de una colección que alcanzó más de 4000 imágenes. Tras su muerte, la fotógrafa americana Berenice Abbott adquirió sus negativos. El museo de monumentos históricos de París consiguió 2000 trabajos de Eugène Atget en 1927.
Cómo entender la obra de Eugène Atget
Con casi toda seguridad se podría afirmar que el gran legado de Atget es la influencia que ejerció sobre los fotógrafos que le imitaron y superaron en épocas posteriores.
Atget no consideraba su obra como arte, sino más bien como una serie de documentos. De hecho, en la puerta de su estudio llegó a colgar un letrero que rezaba: Documentos para artistas. Pero si miras detenidamente sus fotografías o las estudias podrás ver que cuidaba mucho la composición, la rectitud de las líneas arquitectónicas y tenía una especial cuidado por buscar una luz que resaltase las texturas en sus imágenes.
Utilizaba un angular para esas tomas lo que le permitía incluir elementos cercanos o una buena perspectiva del suelo. Eso hace que aquel que las contemple, incluso hoy en día, tenga la sensación de estar casi presente en aquel momento.
Por otra parte, debes entender la visión fotográfica de Atget. Para él la fotografía era una herramienta de registro de un espacio y un tiempo. Por ello, en un momento histórico donde la mayoría quería hacer grandes retratos o cuadros increíbles con sus cámaras, Eugène Atget tan sólo quería crear un archivo de documentos que pudieran ser útiles en el futuro. Y quizás es por ello que su obra no tuvo un gran reconocimiento en vida, pero con el paso de los años se consideró imprescindible.

¿Qué, cómo y cuando fotografiaba?
En 1897 empezó a fotografiar sistemáticamente el motivo que ocuparía el resto de su vida: París.
Sus fotografías las realiza a primera hora de la mañana. Además de que la luz a esas horas posiblemente le favorecía también evitaba la aparición de gente en las mismas pues así se lo demandaban sus clientes.
Curiosamente y a pesar de que ya existían cámaras más livianas y de mejores prestaciones, prefería cargar con su pesado equipo de gran formato (18×24) con un objetivo gran angular para conseguir mayor profundidad de campo y una perspectiva exagerada y utilizando el papel de albúmina que confieren a sus copias reveladas un característico tono amarillento y brillante en sus impresiones. También es seña de identidad en sus fotografías arquitectónicas el intento de evitar que las líneas verticales converjan y cambien la perspectiva, para ello no duda en desplazar ligeramente el objetivo de la cámara hacía arriba lo que provoca unos ligeros bordes negros en algunas de sus fotografías. Obviamente estos defectos técnicos no le importan demasiado pues concebía la fotografía como un mero instrumento para reflejar la realidad del que debían servirse otros artistas y no como obras fotográficas artísticas en si mismas.
El éxito del viejo París
Al principio se hizo esperar. Los escasos documentos que se conservan, entre ellos un viejo cuaderno que le sirvió de agenda de contactos llamado Répertoire muestra que los pintores académicos Luc Olivier Merson y Edouard Detaille se contaban entre sus primeros clientes y fueron estos quienes poco a poco difundieron su reputación y le facilitaron nuevos contactos de clientes y empresas enamoradas del viejo París tales como bibliotecas y empresas editoriales de la época.
Es en 1898 cuando se produce un vuelco positivo en la vida de Eugène Atget. Comienza a fotografiar lo que se ha dado en llamar la colección del Vieux París (Viejo París) por encargo del Consejo Municipal de París. El objetivo de este trabajo era conservar a toda costa la imagen de las viejas calles y construcciones de París que estaban a punto de desaparecer por las radicales transformaciones en la ciudad debido a las ambiciosas obras de desarrollo y modernización de la misma. Como por ejemplo el inicio de la construcción del metro de Paris.











Una vida al servicio de París
En 1909, con 52 años, quiso publicar su trabajo y reunió 70 fotos en un libro al que tituló L´Art dans le Vieux París. Se llegaron a realizar algunos ejemplares del libro, pero parece que la idea no despertó interés.
Sin embargo, al año siguiente la Biblioteca Nacional publicó Les Intèrieus Parisiens, una álbum con 60 fotografías de habitaciones vacías: cocinas, salones, dormitorios; pertenecientes a todo tipo de clases sociales parisinas. Desde el hogar de una reconocida actriz en los Champs Elysees, hombres de negocios, hasta las casas de mozos y obreros.
En los años siguientes se dedicó a fotografiar infinidad de temáticas acerca de la ciudad. incluyendo una especie de guía de compras que además incluía cabarets y restaurantes llamada Métiers, boutiques et étalages, dedicado a los distintos oficios, tiendas y escaparates. Aunque no era muy dado al retrato en esta colección muestra una sucesión de retratos de cuerpo entero en donde muestra representantes representa oficios curiosos y dedicados a la artesanía y al comercio ambulante de las calles de París. Cabe destacar el cambio de lente a una distancia focal mayor que no es habitual en él y que ayuda a arrancar al personaje del fondo dotándolo de todo el protagonismo.
A éste le siguieron otros tres álbumes: uno dedicado a carteles de viejas tiendas de la ciudad (1913), otro a los zoniers (principalmente traperos) que vivían y trabajaban en las afueras de la ciudad y el último a las fortificaciones parisinas (1915).
«Puedo decir que poseo todo el París antiguo»
Eugène Atget
Les Intèrieus Parisiens


Métiers, boutiques et étalages



La Iª Guerra Mundial y sus posteriores trabajos
Con la llegada del conflicto bélico, Eugène Atget dejó progresivamente de hacer fotografías. Además, en la guerra murió el hijo de su mujer lo que supuso un duro golpe. Acabada la guerra, en 1919, volvió a hacer fotos. Siempre con la misma cámara.
En 1921, con 64 años, realizó una serie de fotos de prostitutas por encargo del pintor André Dignimont. Y en ese año vendió más de 5.000 negativos. De ellos, 2.600 al Ministerio de Instrucción Pública en la Bellas Artes, y 2.500 a la Comisión de monumentos históricos de París. Entre 1921 y 1925 fotografió los parques parisinos y la ciudad de París.

Siempre nos quedará París
Esta frase mítica de la película Casablanca, estrenada muchos años después bien podría aplicarse al trabajo de Eugène Atget.
En 1925 la fotógrafa americana Berenice Abbott, que entonces tenía 27 años, descubrió sus fotos. Empezó a visitarle periódicamente en su estudio y le compró algunas fotografías. Se hicieron muy amigos y fue ella quien ha dado a conocer su obra al mundo. Sin embargo, tan sólo un año después su mujer falleció y él dejó de hacer fotos.
Ese mismo año Man Ray decidió reproducir cuatro de sus fotografías en la revista La Révolution Surrealiste, pero él no quiso aparecer en los créditos porque consideraba que eran «simplemente documentos que hago”. Una de esas cuatro fotografías ilustró la portada de la revista. En la foto se ve a una veintena de parisinos viendo un eclipse solar.
En 1927, con 70 años, Berenice Abbott le llevó a su estudio y le hizo su último retrato, que jamás pudo contemplar. Falleció el 4 de agosto de 1927 dejando tras de sí un legado único de la ciudad de París, pero que sigue siendo desconocido para muchos.
«El día en que murió Atget, París estuvo de duelo sin saberlo.»

Antes de que me despida de otro post de Historia de la Fotografía, déjame decirte que he disfrutado muchísimo escribiendo sobre Eugène Adget. Quizás porque ya conozco París o quizás porque me hubiera encantado poder hacer una fotografía como la suya en aquella época. Sea como fuere acabo el día empapado de nuevos conocimientos fotográficos que a mí se son de gran utilidad y espero que a ti también.
Otro martes más, gracias por llegar hasta el final de este post ojalá verte por aquí en próximas ocasiones. Disfruta de la semana y ¡nos vemos!