Siempre me ha gustado acompañar a los novios en sus preparativos porque me permite conocerlos en su ambiente, con su gente. Los padres, hermanos, primos, amigos también forman parte de ese día. Igual que los nervios, la ilusión y la felicidad por vivir ese día. Todo ello son recuerdos que no deberían faltar en un reportaje de boda.
Sergio se vistió en una habitación de hotel a pocos metros de Finca Ákera, lugar de la ceremonia. Pilar lo hizo en casa de sus padres, su casa también. Y ambos tienen hoy ese bonito recuerdo que nos dejó alguna fotogafía como las que podrás ver un poco más abajo. Pero primero deja que te cuente algo más.
Una boda tiene muchas maneras de celebrarse, pero sólo una de emocionar. Hacerlo desde el amor. Que no os suene demasiado cursi. No lo es. Es algo único y especial. Y ojalá algún día podáis experimentarlo. Esos momentos previos de espera del novio. O los de la llegada de la novia. Una mirada congelada entre los dos. Risas, lágrimas y emociones a flor de piel.
Con ellos fui un fotógrafo de bodas que disfruté de cada minuto y aún hoy, sigo sonriendo al recordar todo lo que pudimos vivir.