Het Belfort van Gent

Het Belfort van Gent

Un viaje por Gante

El Het Belfort Van Gent en neerlandés o Campanario de Gante es el símbolo de las libertades de la ciudad. Desde su punto más alto el dragón dorado vigila durante el día y la noche.

Estás en el verdadero corazón político de Gante. Y, como ya has adivinado, aquí vamos a hablar de libertades… y de su pérdida. Si las plazas anteriores eran el símbolo del trabajo y el dinamismo de estos burgueses, mercaderes y artesanos, esta plaza es el símbolo de las libertades… Pero al mismo tiempo -y justo por eso- fue también el lugar donde de llevó a cabo el mayor acto de humillación que haya sufrido nunca la ciudad.

La historia

Cuando un conde daba a una población el derecho a constituirse en ciudad, le otorgaba unas libertades y le daba el derecho a levantar una torre e instalar en ella una campana. La torre los protegía pero, sobre todo, era la mayor muestra de las libertades conseguidas.

Las campanas avisaban si llegaban invasores o si había fuego; pero también convocaban a los vecinos, anunciaban ejecuciones o avisaban de la salida y de la puesta del sol, de la apertura y cierre de los mercados… En fin, marcaban verdaderamente la vida de la ciudad. Por eso esas torres y esas campanas se convirtieron en los mayores símbolos de las libertades adquiridas. Y por eso las ciudades rivalizaban por levantar las torres más espectaculares. Ésta se empezó a construir en 1313.

  • La cámara secreta

En la cámara secreta vas a descubrir el corazón del Het Belfort Van Gent. La sala inferior es una cámara secreta de la que muy pocos conocían su existencia. Y era una auténtica sala del tesoro, porque en ella se guardaba lo que la ciudad tenía de más preciado: las cartas en las que se concedían los privilegios y libertades que fueron consiguiendo.

Se colocaron aquí en 1402. Se guardaban en  enormes cofres atados con cadenas al suelo. La sala estaba protegida por gruesas puertas con varios cerrojos y sus llaves las guardaban los principales gremios, por lo que sólo podían abrirse en presencia de todos ellos. El Belfort era a la vez el guardián y el símbolo de sus libertades.

Como ves, aquí se guardan hoy cuatro guerreros de piedra. Durante mucho tiempo estuvieron en el exterior, en las cuatro esquinas de la parte superior de la torre, y  representaban la determinación de la ciudad para defender sus libertades. Con el tiempo se  fueron deteriorando y hoy sólo queda uno. El superviviente está aquí, junto con las réplicas de los otros tres.

 

  • El Golden Draak

En 1377, cuando se terminó de construir la torre, se remató en lo más alto con un dragón dorado. Como si fuera el guardián del tesoro que atemorizase a quienes intentasen amenazar sus libertades.

Era de hierro recubierto de cobre dorado y tenía un dispositivo que le permitía echar fuego por la boca. Un remate espectacular para una construcción auténticamente única.

De hecho, una de sus famosas cervezas que recomiendo probar es la Golden Draak.

 

  • Roeland, la campana de Gante

Continúa la ascensión y llega a otro de los lugares míticos de la historia de Gante. Las campanas. Ya viste el papel que tenía la campana en la defensa de la ciudad. Y precisamente por ello no tardó en convertirse en un símbolo de su autonomía.

En Gante su campana llegó a ser uno de los habitantes más importantes de la ciudad. Y más que un objeto, llegó a convertirse en un mito. Se llamaba Roeland y fue colgada en 1325. Gante creció al amparo del sonido grave de Roeland.

No te será difícil, pues, imaginar lo que debieron sentir cuando Roeland fue descolgada 200 años después en el mayor acto de humillación que haya sufrido nunca la ciudad. Y lo peor de todo es que quien lo ordenó fue el más ilustre de los ganteses: el emperador Carlos V. Pero por el momento vamos a dejar a un lado esa historia, porque ya tendrás ocasión de conocerla en próximas entradas.

Pero lo que no logró apagar Carlos V fue el espíritu de Roeland, y en 1659 su metal fue fundido, junto con el de otras campanas, para hacer un nuevo carillón. La nueva Roeland. Y así durante otros 200 años… hasta que el destino le jugó una mala pasada.

Esta vez el “culpable” fue el progreso. En 1913 Gante organizó una Exposición Universal y, como gran novedad, se incorporó a la campana un dispositivo para que fuese accionada por medio de electricidad. Pero con tanto ajetreo eléctrico la campaña acabó por romperse.

 

  • El carrillón

Te habrás dado cuenta de que la historia del Het Belfort Van Gent es la de un permanente renacer. Las cosas se desgastan, se deterioran y a veces incluso se destruyen, pero para los ganteses eso sólo significa una cosa: hay que construirlas de nuevo.

Es ese mítico afán de supervivencia que empapa cada rincón de la ciudad y que en esta torre se siente a cada paso. Así ocurre en el piso superior, donde está el tambor del carillón. Es como si fuera una enorme caja de música.

El primer tambor se puso en 1377 y era de madera y sólo tocaba una melodía. Luego vinieron otros hasta llegar al actual. Funciona cada 15 minutos, y cada viernes y domingo a las 12 hay un concierto de carillón. Quédate a verlo funcionar y vívelo desde dentro.

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Fotografía de destino

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