El Minnewater es, en realidad, parte de los restos de uno de los puertos más importantes del mundo en la Edad Media. El lago tiene unos 800 años. Hoy, casi todo los edificios que lo rodeaban han desaparecido y la vegetación ha ido ocupando su lugar. El resultado es un sitio cautivador. Pero lo cierto es que el lugar te habla, a la vez, del esplendor y la muerte de la ciudad.
Cuando se construyó, Brujas era una de las ciudades más ricas y grandes de Europa. El tráfico en los canales era tan intenso que hubo que crear este lugar para que los barcos tuvieran espacio suficiente para maniobrar y estacionar. Cerca de cien embarcaciones podían darse cita aquí. Pero poco a poco los barcos fueron dejando de llegar, la actividad se fue para otros puertos y la ciudad acabó por caer en un letargo del que no despertaría en siglos. Hoy se respira una paz extraña, como si ese largo sueño de siglos hubiese dejado algo que lo impregnase todo y este lugar continuase su existencia al margen del tiempo.
En realidad se trata de una casa-exclusa. Debajo de esos arcos hay unas compuertas que hacen que el agua del estanque y la de los canales estén a niveles diferentes. Y es que el propio estanque también se usaba como si fuese un enorme depósito de agua. Así se conseguía que se mantuviese estable el nivel de los canales de la ciudad.
Hay alguna leyenda de amores imposibles, de muerte y de un joven enamorado que cava la tumba de su amada Minna en este mismo lugar. Aunque la verdad es que el apelativo parece que viene de una simple coincidencia de palabras (minne significa amor en flamenco). En cualquier caso, la magia del lugar es irrebatible.