El Patershol, en algunos momentos de la Historia, había vivido buenos tiempos. Pero desde el siglo XIX, con el desarrollo de la industria, se convirtió en el barrio de los trabajadores menos favorecidos y se fue convirtiendo en una zona de calles estrechas y viviendas insalubres. Todo cambió en la segunda mitad del siglo XX, cuando un aire nuevo entró en el barrio con la llegada de restaurantes y un ambiente entre pueblerino y cosmopolita.
Nos damos cuenta por su suelo empedrado. Con los adoquines quizás más desgastados que los que encontramos en el centro. Y por sus calles estrechas con las tradicionales casitas de poca altura. La iluminación tenue de la noche le da un aspecto muy acogedor. Y su olor a brasas nos hace rugir el estómago. Actualmente éste es un lugar perfecto para ir a cenar. Encontramos multitud de restaurantes que ofrecen comidas de todas las culturas y nacionalidades posibles.