Es una de las ocho puertas monumentales de la muralla interior de Babilonia. Fue levantada a comienzos del siglo VI A.C. por Nabucodonosor II, al norte de la espléndida ciudad de Babilonia. Sus ruinas están situadas a unos 100 kilómetros al sur de Bagdad.
Estaba consagrada a Ishtar, la diosa babilónica del amor y la guerra. A comienzos del siglo XX, un equipo arqueológico alemán, dirigido por Robert Koldewey, excavó la Puerta de Ishtar y trasladó sus miles de fragmentos a Berlín, donde fue reconstruida meticulosamente. En realidad se trata de una puerta doble, pero la parte posterior, mucho más grande, aún permanece almacenada en el museo ante la falta de espacio para ser expuesta.
Se compone de adobe y cerámica vidriada. La mayoría de color verde debido a las esmeraldas, mientras que otros son dorados o rojizos. Estos últimos se disponen dibujando las silueta de dragones, toros, leones y seres mitológicos. La parte inferior y el arco de la puerta están decorados por filas de grandes flores semejantes a margaritas. La Puerta de Istar contaba también originariamente con dos esfinges dentro del arco de la puerta. Lamentablemente no han llegado hasta hoy en día.
Era la principal vía de Babilonia. Al oeste de ella se encontraban los principales edificios de la urbe (los Jardines Colgantes, el Etemenanki, históricamente identificado como la Torre de Babel, y Esagila). Formaba parte de la Babilonia reconstruida por el rey Nabucodonosor II, quien es conocido por su interés en las grandes obras de arquitectura.
Era utilizada como recorrido festivo y sagrado. Por ella, en las fiestas, se realizaban procesiones con las estatuas de los dioses.
Comenzaba en el extremo norte de la muralla exterior, junto al palacio de Verano. Continuaba paralela al curso coetáneo del Éufrates hasta entrar en el recinto interior atravesando la famosa puerta de Ishtar y moría cerca del puente que conectaba con el otro lado del río.