Rozenhoedkaai
Un viaje por Brujas
El nacimiento de Brujas
Rozenhoedkaai o Muelle del Rosario es el punto más fotografiado de Brujas. Pero es mucho más. Porque justo aquí, hace 1200 años nació la ciudad. Brujas existe desde el siglo IX, la época mítica de estos invasores nórdicos. Los vikingos venían bordeando la costa del Mar del Norte. Llegaban en unos barcos tremendamente ligeros; desembarcaban y desde aquí lanzaban sus devastadoras incursiones tierra adentro. De hecho la palabra “Brujas” (Brugge, en flamenco) proviene de la palabra vikinga “Brygga”, que significa puerto o más bien, abrigo o refugio.
Todo comenzó con una fortaleza
En aquellos tiempos estas tierras estaban en los límites de un reino que estaba empezando a formarse: Francia, y su rey decidió detener a los vikingos levantando aquí mismo una fortaleza. Fue así como Brujas “cambió de bando”. Dejó de ser un refugio para los invasores y se convirtió en plaza fuerte. Hoy no existe la construcción original, aunque sí muchos elementos que formaron parte de ella.
Balduino Brazo de Hierro
Pero sería injusto colocar al rey de Francia como el fundador de Brujas. Quien realmente levantó la fortaleza y creó el primer asentamiento fue un personaje muy peculiar, que pasaría a la Historia como Balduíno I Brazo de Hierro.
Balduíno era el señor de estas tierras fronterizas en la época en que los vikingos aparecieron. Era un tosco noble, que en el año 862 hace una visita a la corte del rey de Francia y secuestra a su hija. El incidente causó un gran escándalo e incluso tuvo que intervenir el Papa. El rey decidió bendecir la unión después de recuperar a su hija. Crea para él el marquesado de Flandes y le pide que levante aquí una fortaleza para defenderla de los vikingos. Estas aguas fueron, pues, el primer puerto de Brujas. El origen de todo su esplendor.
El perfil inconfundible del Rozenhoedkaai
Con el paso de los siglos la ciudad fue creciendo y se fue formando su “skyline”, ese perfil inconfundible que puedes ver desde aquí. Estás en el Rozenhoedkaai, el Muelle del Rosario. El panorama está presidido por el Belfort, la torre de la plaza del mercado, símbolo de las libertades y del poder de la ciudad, cuyo carillón con la melodía de “Para Elisa”, de Beethoven, te ha ido acompañando desde que iniciaste el recorrido por la ciudad.
Tómate tiempo para disfrutar del lugar. También puedes probar un chocolate caliente en la chocolatería que tienes al lado, tomar un tentempié, dar un paseo en barca por los canales o, ¿por qué no? tomar una cerveza mientras miras el espectáculo.


